Ayer, 27 de marzo de 2016, Domingo de Resurrección, falleció en Madrid Don José María Blázquez Martínez, catedrático emérito de Historia Antigua de la Universidad Complutense, anteriormente catedrático en la de Salamanca, y Académico de Número de la Real Academia de la Historia. Desaparece un gran maestro de maestros que, desde sus cátedras de Salamanca y Madrid, ha sido el gran referente de la Historia antigua en nuestro país. A Blázquez, cuya cátedra fue la segunda en España con esta denominación, se le debe que esta especialidad, tradicionalmente vinculada a la filología clásica, tomara un vuelo autónomo como disciplina en nuestro país. Sus alumnos pueblan ahora las cátedras de esta especialidad en España y han perpetuado su enorme herencia intelectual.
Se le reconoce, como a pocos otros maestros de la Altertumswissenschaft, un saber global, de raigambre alemana, en torno a la antigüedad que conjuga epigrafía, historia, filología, antropología o religión. Ello se ve en su vasta obra, que abarca todos los dominios de la historia antigua universal y de España. Contribuyó especialmente al avance de esta última, a la historia de las religiones, a los mosaicos hispano-romanos y al estudio del cristianismo antiguo. Se había dedicado últimamente con ahínco a las antigüedades judaicas y al estudio de la tardoantigüedad (tuve el honor de contar con una de sus últimas publicaciones, un brillante epílogo en inglés, en un volumen sobre este tema que coedité recientemente). Escribió más de cuarenta libros, con diversas ediciones, entre ellos hitos de investigación o manuales que siguen siendo de referencia. Sus más de cuatrocientos artículos y contribuciones en las más prestigiosas revistas y volúmenes colectivos lo convierten en una figura imprescindible en la bibliografía sobre la antigüedad.
Tuvo gran proyección internacional y personificó el fomento de las relaciones científicas entre España y Alemania, que han caracterizado tradicionalmente las ciencias de la antigüedad. Licenciado en Filosofía y Letras en Salamanca, se doctoró en 1956 en la Complutense con la máxima calificación y fue becario, uno de los primeros españoles, de la Fundación Alexander von Humboldt y del DAAD en la Universidad de Marburgo. Blázquez, casado con la alemana Beatrix Schwaar, siempre insistió en la necesidad de profundizar en los vínculos de investigación entre los dos países y envió a muchos discípulos a ampliar estudios a Alemania.
Fue director del Instituto Español de Arqueología del CSIC y de la revista Archivo Español de Arqueología, del Departamento de Historia Antigua de la UCM y fundador y director de su revista Gerión, así como cofundador del Archivo Epigráfico de Hispania y de su revista. Dirigió, además, numerosos proyectos de I+D y campañas de excavaciones, entre las que destacan las del Monte Testaccio (Roma). Doctor honoris causa por las Universidades de Bolonia, Salamanca, Valladolid, León y Carlos III de Madrid, entre sus muchas distinciones está el Premio Franz Cumont de la Académie Royale de Belgique (1985), la Gran Medalla de Plata de Arqueología de l’Académie d’Architecture de París (1987), el Premio Cavalli d’Oro de Venecia (2003) o la Orden del Mérito Civil (2012), además de ser miembro de prestigiosas instituciones como el Deutsches Archäologisches Institut, la Hispanic Society of America y la Academia dei Lincei.
Genio y figura hasta el final –su bonhomía, su sencillez amable y directa y sus reconciliadoras maneras serán siempre recordadas entre amigos y discípulos– muere Don José María, no por casualidad, en un Domingo de Resurrección. A sus casi 90 años el maestro, el sabio al que ya pocas cosas de la historia le quedaban por conocer, decía que tan sólo anhelaba saber qué había al otro lado. Ya lo sabe el maestro Blázquez, ya está en la plena y serena sabiduría.
Descanse en paz. S.T.T.L.
David Hernández de la Fuente. Profesor de Historia Antigua de la UNED y miembro del Grupo Barbaricvm.
Tomado del diario digital www.larazon.es